Manifiesto: “La vuelta del fotógrafo. El dar a luz”
Bajo el presente análisis crítico ponemos de manifiesto la furiosidad que nos evoca pensar la fotografía como una nueva forma de hacer zapping, un nuevo entretenimiento cada vez más atractivo y popular. Una forma fácil, rápida y efectiva de captar momentos y lugares.
El registro se reemplaza por la vivencia, los sentidos se monopolizan en la visión detrás del display, la realidad se vive mediante una pantalla.
Cabe aclarar que nos referimos a la fotografía aludiendo al sector de expertos y aprendices que trabajan con un fin artístico. Vaya artistas si los hay que no manejan más que un gran aparato tecnológico y nada saben de sensibilidad. ¡Qué amplitud ha llegado a tener esta denominación!
Hace más de ciento cincuenta años Baudelaire declaraba que la fotografía no era un arte sino una industria . Qué dirían los románticos que avalaron sus inicios si vieran que hoy el artista abusa de la fotografía: y lo decimos con total convicción porque hoy una buena máquina resuelve la torpeza de un ojo, una falla técnica y hasta es posible “mejorar” una mala toma con operaciones de retoque. Operar una foto, mejorar el aspecto, quitarle edad con silicona ¡cuánta artificialidad! No abusemos de las posibilidades que nos da la tecnología porque esto le quita sensibilidad, verosimilitud, pureza a la obra.
¡Recuperemos el momento del nacer de la foto! Consideramos que hoy algunas cuestiones están siendo olvidadas y negativamente reemplazadas. ¡Proclamamos la vuelta del fotógrafo dando a luz!
El momento del nacimiento de la foto, de la obra antes y después del ¡Chick! Disparador delicioso del instante preciso donde la luz hace de música y su entrada al círculo de cristal genera un baile rítmico, una coreografía de los espejos que permite plasmar “forma” a esa tira color tronco mil veces perforada.
“En una foto dos son los puntos fundamentales: la composición y la luz […] para obtener buenos resultados una gran parte del trabajo se debe realizar antes de disparar. La habilidad de producir imágenes interesantes más que de la suerte, depende de una detenida observación, de un análisis y de una buena planificación.”
¿Por qué convertir la maravillosa búsqueda de la foto en una mera recopilación de imágenes sin sentido? La fotografía digital abusa de lo asequible de sus disparos y nos ofrece en poco segundos el resultado. Un perfecto atractivo aquí y ahora, -¡YA!- que nos calma la cotidiana ansiedad al menos hasta la próxima toma, pocas milésimas de segundo después.
Esta búsqueda desesperada de la imagen es coherente con el valor predominante que tiene la cultura visual en nuestra sociedad. Lo que se ve es más importante que lo que se es.
Una fotografía es capaz de mostrarle al mundo una maravilla natural, un paisaje, cualquier rincón, una rara especie animal o una situación social, y de esa forma nos damos por entendidos. Debemos poner en juicio la veracidad de las imágenes que nos ofrecen, ya que hoy es posible mediante un juego digital, crear una situación cualquiera sin levantarnos de una silla y sin dejar de mirar una pantalla.
Sería ingrato olvidarnos de las ventajas que nos ha traído la fotografía digital como la rapidez, preselección de las imágenes en la pantalla y la economía entre otras.
Pero aquí tenemos que subrayar como gran punto en contra que: el abuso de la función “auto”, el disparo irrestricto y la posibilidad de la pos- producción han hecho, insistimos; que se pierda la valoración del entorno y de la misma imagen. Esto incrementa la incredulidad generada por la posibilidad y el abuso del retoque; donde se pone en duda si existe o existió realmente eso que uno ve, o es una mera construcción, otra de las tantas ficciones sin sentido que nos llevan a nada.
“La fotografía se convierte entonces para mí en un curioso médium, en una nueva forma de alucinación: falsa a nivel del tiempo: una alucinación templada de algún modo, modesta, dividida (por un lado , por el otro ): imagen demente, barnizada de realidad”
¡Volvamos a vivenciar el espacio! ¡Busquemos la hora dorada poniendo el despertador! Hacer fotos podría volver a ser una búsqueda del instante, una meditación previa, un contacto con los objetos y con el medio, una apertura de todos los sentidos, una vivencia, una sensibilidad maravillosa.
“Las fotos se obtienen desarrollando la visión, y no con el simple uso de potentes focos de estudio, ruidosos motores o larguísimos teleobjetivos. El visor es el lazo de unión entre el fotógrafo y el mundo”
Si bien somos concientes de los avances tecnológicos y de hecho hacemos uso también de los aparatos digitales, creemos que hay un gran abuso que convierte a la fotografía en un artificio interpretado por una máquina y también da muerte al mundo de la fotografía analógica.
Sostenemos que no tiene por qué ser desplazada porque aquí hay otra búsqueda, otro propósito y de hecho, otro resultado.
Romanticismo analógico vs. Posmodernidad digital.
Una nueva artificialidad que desenfoca los sentidos del artista y nos invita a la mesa cuando la comida está servida.
“¿Loca o cuerda? La Fotografía puede ser lo uno o lo otro: cuerda si su realismo no deja de ser relativo, temperado por unos hábitos estéticos o empíricos (hojear una revista en la peluquería, en casa del dentista); loca si ese realismo es absoluto y, si así puede decirse, original, haciendo volver hasta la conciencia amorosa y asustada la carta misma del Tiempo: movimiento propiamente revulsivo, que trastoca es curso de la cosa y que yo llamaré, para acabar éxtasis fotográfico.”
Invitamos a nuestros colegas a rechazar todo lo que implica sedentarismo y post-producción, esa búsqueda caprichosa de la “imagen atractiva e interesante” que compre espectadores numerosos y renovables.
¡Colguémonos la máquina y salgamos al espacio a buscar, con nuestro propio ojo, la sensibilidad del medio que no encontramos a diario!
Rosario, Diciembre de 2010
Di Pascuale Mariana