El pintor se ha sentado a observar.
Mira el cielo, respira. Su alrededor es un imperio de éxtasis,
Piensa.
Su interior, un vacío. Su existencia, dobla las cejas, un espanto de verdades.
Su talento, un vano atributo.
Sonríe. Sus manos, sus grandes manos, bailarinas fieles…
Y el hambre siempre presente.
Sus carbones, su único capital
El arte, su única verdad.
(Mariana Di Pascuale. agosto2010)
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